miércoles, 3 de septiembre de 2014

Hang(game)over

Los párpados pesados. Las pupilas cristalizadas. La boca inundada de un olor a cenicero. Así arrancó. Un cuerpo en posición fetal incapaz de moverse. contrario a su cráneo. Su cabeza oficiaba de tsunami con un zumbido permanente en sus oídos.
Había sido una vez como miles de veces. Procedió a sentarse y a quitarse las lagañas negras. Volvió a acostarse, el día acompañaba a las nulas ganas de realizar tarea alguna. Se quedó dormido.

2 horas después un agujero se apoderó de su pecho. No así su intestino que se estrangulaba a si mismo. Se acomodó en su cama, quiso averiguar de que se trataba esa extraña sensación que se apoderó de su cuerpo.

"Esto lo vivi mil veces" pensó, "se soluciona con un poco de agua". El camino desde la habitación a la heladera fue tormentoso, gris. Los 3 litros de agua consumidos en 1 minuto fue suficiente para acallar esos rugidos incesantes de su abdomen, pero el dolor en el pecho seguía. Un pecho oprimido por una pesa de 100kgs invisible.

Volvió a su pieza y se percató de su jean de la noche anterior. Sus neuronas nadando en un mar de alcohol no le permitian realizar sinapsis al ver lo que sus ojos veían. Manoteó el jean embadurnado en barro y vino.

La billetera vacía. Sus manos temblaron, el celular seguramente contenía evidencia sobre lo sucedido.

Ese corazón todavía oprimido comenzó a latir tan fuerte que nuestro protagonista no supo si eran vómitos, arcadas o taquicardia.

El celular también con barro fue muestra irrefutable de la noche anterior. Solamente fue necesario ver la hora del último mensaje. "11:20am" para obtener un flashback.

Sus retinas grises fueron testigo. Su cama se transformó en un ataúd. Se acordó de todo, de los desnudos, de las botellas que volaron, de la canción que iba escuchando, del auto chocado y prendido fuego, de la pelea, la sangre derramada.

El agujero en el pecho fue más grande, la angustia, el miedo cubrió milímetro a milímetro de su ser. Un terremoto de nervios que comenzó en sus manos finalizó en su nuca. Y lloró.

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